¿Y si para hablar del equipo utilizásemos un poco de química de andar por casa?
Y de paso, ponemos en práctica la biomímesis en lo cotidiano. Enlace es una palabra compuesta por dos raíces latinas: el prefijo -in, que significa -en-, y laqueus, que significa lazo. De esto se deduce que enlazar habla de unir. En otras palabras, un enlace es un puente y con él, los átomos que se unen alcanzan una situación más estable y un consumo de energía menor.
Ya podemos ir sacando algunas pistas para la gestión cotidiana de los equipos: si hay enlace, puente, hay estabilidad. Pero no todas las uniones en la naturaleza son iguales:
- Enlace iónico: ocurre cuando un átomo gana o pierde electrones y se forman partículas cargadas. Tenemos un ganador y un perdedor. Estos enlaces se rompen con facilidad y se dan entre elementos muy diferentes.
- Enlace covalente: aquí se comparten los electrones que se mueven entre los átomos. No hay perdedores, se suelen dar entre elementos similares y hay cierto grado de libertad. Son estos los enlaces que permiten que los átomos se agrupen en moléculas y generar vida.
- Enlace metálico: se forman entre átomos iguales que se organizan en una red conocida como mar de electrones, los cuales pueden moverse con mucha facilidad. Esta estructura en red explica que los metales sean buenos conductores de la electricidad, maleables y dúctiles.
Te invito a que pienses ahora: ¿encuentras paralelismos entre la química y la vida de los equipos? Seguro que sí. Te propongo un paso más, ¿podemos sufrir problemas en los equipos y no acompañar debidamente por no entender qué tipo de enlaces se están dando en ellos?
Cuando una organización jerárquica se duele de conflicto o falta de compromiso de sus trabajadores, posiblemente esté sufriendo de un exceso de enlaces iónicos. Las relaciones no pueden ser de tierra quemada a perpetuidad, porque nadie soporta ser perdedor o ganador a costa de cadáveres que va dejando por el camino (al más puro estilo del imperio romano). Un acuerdo con ganador y perderdor, da cierta estabilidad y avance a corto plazo, pero es casi seguro que la fragilidad del mismo no permita un camino sostenible de largo recorrido.
Parece más razonable trabajar porque en nuestra organización haya una mayoría de enlaces covalentes. De esos que permiten a los equipos fluir y respirar dando VIDA al organismo que es la empresa. Hace falta para ello, alimentar la confianza y una organización menos vertical.
Pero lo que todos en algún momento de nuestra vida profesional, deberíamos experimentar es la fuerza del mar de electrones del enlace metálico. Capaz de hacer frente a crisis apocalípticas y resiliente por naturaleza. Una red que permite experimentar y acoger el error en la organización como aprendizaje y conduce la corriente de la innovación y el pensamiento sistémico.
Sabemos que no se puede trabajar eternamente con redes de enlaces metálicos y que lo deseable es que se incrementen los covalentes. Pero lo que es inadmisible en el acompañamiento de equipos, es que algunos sólo conozcan la dureza del enlace iónico y lo que es peor, que tengamos personas en ellos o en la organización que aún no hayan participado de alguno de los enlaces anteriores.
Porque como bien decíamos al principio, un enlace es un puente. Un puente hacia los otros que permite dar vida y mayor estabilidad. Si en nuestra organización faltan puentes, nos convertiremos tarde o temprano en una isla o peor aún, archipiélagos perdidos. Quizás sean muy exóticos, pero carentes de conexión, ideas y posiblemente, de un futuro entusiasmante que querer construir.
¿Cómo son los enlaces de tu equipo o tu organización?
PD. Aprovéchate de las oportunidades que te brinda lo pequeño. Por ejemplo, que tu hija adolescente te pida ayuda para estudiar. Mañana hay examen de química y la presión se siente en el hogar. Y lo que no imaginas es que la que vas a aprender eres tú gracias esa prueba sobre la materia y la formulación.
Profundiza gracias a lo cotidiano. Y para ello, no dudes en acercarte a los jóvenes que tengas cerca: hijos, sobrinos o hijos de amigos que te rodeen. Suelen tener las preguntas oportunas e incómodas para hacerte pensar y crecer.
Y luego, cuando lo hayas hecho, nos lo cuentas en los perfiles de nuestras redes sociales con el hastag #resiliando o nos escribes para que aprendamos juntos.